MI PEQUEÑO MONTE BLANCO
La personilla negra tiene frío.
Apenas se mueven aún tres luces, apenas si los planetas, pese a su velamen completo, avanzan flotando: desde hace tres horas no hay viento, desde hace tres horas la gravitación
ha dejado de existir. En las turberas,
las hierbas negras son amenazadas por el prestidigitador y se quedan en
el suelo con los calvos y la suavidad
de su carne que el día empieza a adornar con nubes amargas.
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